Para comenzar, es importante resaltar el trabajo que se ha venido haciendo a través de la educación y el trabajo sociocultural en todos los espacios para promover el desmontaje de la cultura de la violencia y una de las formas es desmontar la cultura dominante del patriarcado basada en el poder de los hombres, para dominar a los demás seres humanos.
Nos parece crucial promover la solidaridad como fundamento del voluntariado por la sociedad, siempre en el camino de crear los consensos basados en el discurso de la paz, pero de la paz cotidiana que nace a través de la educación en igualdad y además producida por la combinación de la civilidad y la comprensión del otro.
En nuestras reflexiones hemos podido pensar y también accionar de que toda actividad humana, toda obra, instrumento o institución nos remite indefectiblemente a un determinado contexto cultural.
A un tiempo, a un espacio y a unas formas de comunicación y de organizar socialmente la supervivencia, a ciertas maneras de producir y reproducir el universo significativo. En ese entorno, nuestra acción de trabajo sociocultural se ha accionado desde deconstruir el concepto patriarcal por un lado y por el otro lado, los conceptos de culturas hegemónicas que solamente miren hacia un lado y no hacia el lado de la humanidad.
En los años 80 hemos sentido la necesidad de accionar desde una nueva visión, de la cual parte del movimiento feminista, que es resignificar el concepto de la masculinidad por un lado y por el otro, la necesidad de desmontar la acción activista por la solidaridad y los consensos, ejercitando una cultura donde se miren todas las memorias y todas las personas.
Esto, parte de un concepto fundamental para nosotros y es que no podemos desmontar una cultura que presiona al ser humano sin producir las bases de la cultura, basada en la equidad, en la solidaridad y en la corresponsabilidad.
En nuestra acción de trabajo sociocultural hemos tenido la oportunidad de trabajar en diferentes niveles. Uno de los niveles fue desde el museo Alejandro Otero en relación con las comunidades de Valle, Coche y las Mayas, donde pudimos motivar y organizar en conjunto con la comunidad, una serie de actividades y talleres que mejoraron el entorno y además permitieron promover los consensos, para impulsar una calidad de vida que naciera desde el concepto de la cultura no guerrista, mejor dicho no machista y además siempre pensando en la dignidad de la persona por encima de cualquier forma de control, que evite el libre albedrío y el desarrollo de su identidad, con dignidad y libertad.
Con nuestro acompañamiento, los docentes y las comunidades fueron construyendo acciones socioculturales que impulsaban la reflexión sobre la educación, la solidaridad entre vecinos y el desarrollo de búsqueda de espacios para reconstituir la memoria de la comunidad, porque nosotros consideramos que el reconstituir la memoria es también ver los logros que se han hecho en la comunidad de hombres y mujeres en búsqueda de una mejor calidad de vida, cimentada en la paz.
Nos parece importante resaltar el trabajo de Héctor Ariel Olmos y Ricardo Santillán, que lleva como título educar en cultura, ensayo para una acción integrada.
Los autores nos presentan varias premisas en este instante quisiéramos resaltar una de ellas y es:
- Toda acción educativa formal, no formal, informal es una construcción sociohistórica y por lo tanto, en un sentido amplio es cultura o dicho de otra manera, la educación es siempre emergente de una cultura entendida como una forma integral de la vida, que es creada histórica y socialmente por una comunidad, a partir de su particular manera de resolver lo físico, lo emocional y mentalmente las relaciones que mantienen con la naturaleza consigo mismo y con otras comunidades con lo que ellas considera sagrado, para dar la continuidad y plenitud de sentido a la totalidad de la existencia.
Para nosotros, el concepto de masculinidad que existe parte según nuestro ejercicio militante y el estudio de lo que se llama la cultura patriarcal es intrínsecamente guerrerista y ejerce su influencia, a partir de la dominación de todos los espacios de las mujeres y de toda persona o animal que consideren débil.
Desde la ONG hombres por la equidad e igualdad consideramos que el concepto de hombre no debería estar ligado únicamente a la fuerza, a la competitividad, a la agresividad.
Para nuestro trabajo afincamos nuestra mirada en conceptos como la corresponsabilidad y también en el compromiso de que toda actividad humana debe de ser compartida entre dos personas sin distinción y resaltando el compromiso de que los hombres con la corresponsabilidad del cuido, la paternidad y el ejercicio de la paridad en toda las formas de la organización en la sociedad.
Para nuestro trabajo consideramos que es un elemento fundamental comenzar a deconstruir la masculinidad a través de la educación y de la cultura desde la crianza.
Por eso es que nuestro trabajo en muchos espacios es y debe ser tratar de agrupar la mayor cantidad de hombres y mujeres en nuestra actividad porque es una forma de poder incidir en la democratización de la vida cotidiana a través de un ejercicio desde la corresponsabilidad de hombres y mujeres pero también construir un entorno que tenga como ejercicio cotidiano el compartir desde la empatía no desde la violencia, porque la violencia es un discurso que está introducido en la cotidianidad a través de los múltiples factores, de los cuales solamente pueden ir desmontándose desde las familias impulsando anhelos, donde la libertad y la dignidad sean un valor principal.
Convocamos a los activistas sociales y en especial a los trabajadores sociales a resaltar cada uno de los logros que han hecho mujeres y hombres por impulsar una sociedad donde la civilidad está por encima de los discursos de revistas.
Los llamamos a comprometerse con los artículos de la Constitución que promueven la libertad y la soberanía del pueblo desde el artículo 5 y los artículos que están relacionados con la cultura como son el artículo 57, 58 ,99, 60, 61, 98, 99, 100, 101 y 120.
Estos principios que están en nuestra Constitución del año 1999 son un acuerdo producido a través de la ciudadanía en donde hombres y mujeres plantean un tema fundamental que son los valores de la libertad, en la cultura, en lo comunicacional y en lo académico, basándose en la importancia de un pluralismo ideológico donde estemos todos y todas y la convivencia ciudadana.
Para concluir, convoco a que resaltemos a través del rescate de la memoria, todo lo producido por la conjunción de hombres y mujeres que han dado todo, por construir una nación basada en la libertad, como elemento fundamental de nuestro carácter.