Fuente oficial: La Costilla Rota
#Amassuru #MujeresEnSeguridad
Por: Mayela Carrillo Blanco
La violencia es la forma más extrema de discriminación. Solo se violenta a quien está en desventaja o fragilidad frente a otro. Es la anulación de aquellos que decimos amar. Es la muestra de nuestra intolerancia, de nuestras limitaciones para aceptar a aquellos que piensan distinto. Es la prueba de nuestra ignorancia y el efecto de nuestras acciones basadas en el mal uso del poder que poseemos o creemos poseer.
La violencia es una enfermedad social. Según Domenech es todo acto contra el proceder natural y según Adolfo Loketek es todo intercambio relacional en el cual un miembro coloca al otro en un lugar no deseado.
Me referiré a las causas relacionales: una estructura familiar autoritaria y verticalista, el aprendizaje de roles de género estereotipados, la adquisición de modelos de resolución violenta de conflictos en la familia de origen, la ausencia de modelos sociales que actúen como contenedores de la violencia, pautas culturales legitimadoras de la violencia, respuestas institucionales y comunitarias inadecuadas para los casos identificados, baja tolerancia a la frustración y una escasa contención familiar y social, acompañada de una estructura institucional empobrecida de recursos para aplicar las leyes ya existentes.
En Venezuela, necesitamos de manera urgente la activación de todos los actores que conforman el Estado, delante de esta violencia generalizada es obligatorio buscar soluciones. Para esto propongo ser conscientes de la injusticia, la educación paritaria, las relaciones equitativas, ver al otro como otro y no como una extensión nuestra, encargarnos de lo propio, tomar nuestro lugar sin esperar que nadie nos asuma como propios, respetar las decisiones de las otras personas y, en el caso de las relaciones, comprender que es responsabilidad de las personas involucradas. Hoy quiero animarte a involucrarte en la resolución de conflictos y empoderarte en el tema de la prevención de la violencia.
En la Fundación No Permitas Malos Tratos trabajamos con mujeres que vienen por sí solas o remitidas y nuestra tarea es hacerles un soporte emocional y volverlas a poner en la vida porque entrar en el espiral de la violencia puede hacernos naturalizar las relaciones conflictivas y convivir en violencia. Tenemos un protocolo de actuación, trabajamos para que ella pueda cubrir sus necesidades desde el primer momento hasta la denuncia o el juicio, si llegan a denunciar.
No solemos empujarlas a que denuncien, aunque sí tratamos de hacerles darse cuenta de su situación de precariedad, condiciones de urgencia, medidas de seguridad, recursos de ayudas y servicios sociales. Podemos ayudarlas y, de hecho, lo hacemos para que miren desde otra perspectiva y encuentren alternativas desde su emoción y su situación.
En ocasiones, recogemos su malestar después de la denuncia y los primeros momentos de confusión, miedo, añoranza, culpa y la necesidad automática de volver con él. No trabajamos con sus historias personales pasadas, aunque, a veces surgen causas o historias anteriores de maltrato ocurrido en sus propias familias o con otras parejas, que intentamos integrar en la terapia aunque no podemos pararnos a trabajarlas, sino que damos pinceladas, por lo menos para que cuestionen su manera de entrar en la relación con este tipo de personas y también el cuestionamiento sobre qué hacen ellas en ese entorno y cómo lo manejan.
La mujer tiene una relación con un hombre que se acerca a ella como una persona fuerte, protectora y capaz de rescatarla o salvarla, la mujer en este tipo de relaciones recuerda patrones convencionales, la figura de la mujer frágil que necesita la ayuda y el apoyo del hombre primitivo. En el abordaje, ella descubre que es más fuerte o posee mayores habilidades para protegerse y resguardarse.
La figura del maltratador emerge para ellas como una persona fuerte, protectora, algo que tiene que ver con la dependencia emocional arraigada en la infancia, el hombre que resuelve, decide por ti y te protege. Ellas están en confluencia con él, sin diferencias, sin discriminar, cuál es su necesidad y cual la de ella, se prioriza la de él, la capacidad de ellas para la empatía, el complacer, su forma de cuidar, su mucha obediencia, las formas pasivas de recriminación o de rebeldía pasiva sin enfoque y sin darse cuenta del papel que desempeñan ellas.
La figura de la víctima emerge como una persona dependiente emocionalmente de un hombre fuerte, siendo ella una persona frágil, dócil, femenina, sin tener opinión. También aparecen mujeres fuertes, con capacidad de decisión, fortaleza, duras, pero ancladas a nivel afectivo en el rescate y la protección. ¿Cómo hacen ellas para ajustarse a la situación? ¿Cuál es su ajuste creativo?
Ellas disminuyen el valor del daño, justifican la actitud de ellos, se reconocen como culpables (introyección), que se lo merecen por provocarlos. Esta minimización del daño repercute en el silencio, la introyección, consideran que es su cruz o su castigo, que no tienen forma de escaparse, que ellos las quieren, que ellas los quieren, que son padres de sus hijos, que sus madres no les apoyan, que a donde van a ir, miedo económico, miedo a la reacción de ellos, al maltrato mayor, a no ser capaces de escapar.
Su ajuste es conservador, es asumir ellas la culpa, dejar de ver lo que ocurre, tapar sus sentimientos y, en definitiva, dejar de sentir. Si ellas no hacen esto su sentimiento de abandono y desamor se les hace insoportable por lo que necesitan seguir haciendo esto y el refuerzo cada vez es mayor porque cada vez es mayor la violencia y el desprecio. En lo afectivo se encuentran paralizadas en el nivel de desarrollo del amor como tema romántico, con falta de crecimiento y evaluación y desarrollo de patrones de conducta desiguales en la pareja, ideal de familia, copia y repetición de la misma.
Confunden el amor con el maltrato, confunden el cuidado con la posesión. Hay alteraciones en la percepción sensorial y alteraciones cognitivas. En el trabajo terapéutico las ponemos en el aquí y ahora, las ayudamos a comprender su situación y condición para tomar las riendas de sus vidas viendo que son capaces, en actividad, las capacitamos para que vayan por ellas, tratando de que resuelvan los asuntos más urgentes de su vida, que se pongan en movimiento cambiando el rol de pasividad y salir a buscar medios para resolver su situación de violencia.