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Red Naranja Venezuela

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Red Naranja es un espacio de articulación para la defensa y promoción del derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia

“Yo soy una feminista interseccional, pienso desde mi cosmovisión y pienso como una wayúu también”- Remedios Uriana

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Por: CIM – Comisión Interamericana de Mujeres

Remedios Uriana, nació en la comunidad Wayúu ubicada en la frontera entre Venezuela y Colombia. Es trabajadora social especialista en género e interculturalidad, se define como una feminista interseccional y como activista por los derechos de las mujeres y niñas indígenas. Ella es una de las integrantes del Grupo Interamericano de Mujeres Indígenas de la Comisión Interamericana de Mujeres.

¿Qué acciones promueves para defender los derechos de los pueblos indígenas y en particular de las mujeres indígenas?

Llevo un tiempo trabajando como activista y generando acciones específicas en mi comunidad. Fui una de las personas que escribió el Proyecto de Ley del Día de la Niñez Indígena, que nace, si mal no recuerdo en el 2016, y  no solamente va dirigido para el Estado colombiano, sino que también a las autoridades indígenas de  las comunidades, porque, debemos tener una corresponsabilidad. Tanto el Estado colombiano debe responder por la alimentación, por la educación, por la salud, por el bienestar de los niños y niñas; y nuestras autoridades, los gobiernos propios de los pueblos indígenas, deben tener la responsabilidad para hacer cumplir estas demandas.

Otro tema que me ha interpelado desde que soy una niña, son los derechos de las mujeres. Cuando era más chica, quizás desde los 10, 12 años ya era consciente de las violencias que vivían las mujeres. Yo era una de las niñas que peleaba con los hombres indígenas, sobre esas violencias al interior de las comunidades. A raíz de eso, me vine para Bogotá a estudiar, incluso mi tesis, la hice sobre el encierro de la Niña Wayúu cuando le llega la primera menstruación.

Me parece que es muy importante tener la visión de las mujeres. Mi enfoque es feminista, pero sin desconocer que las mujeres indígenas tenemos dos derechos, el derecho colectivo y el derecho individual. Yo no puedo hablar sobre los derechos individuales, sin olvidar los derechos colectivos, que son muy importante también para nuestra permanencia como pueblos indígenas.

Durante la pandemia estuve trabajando a favor de los derechos sexuales y reproductivos de las niñas, muchas salieron embarazadas, ya sea por ser víctimas de violencias sexual o falta de educación dentro de las comunidades. En articulación con dos mujeres indígenas más, hicimos un gran trabajo de recopilación de testimonios y elevamos una carta para visibilizar este tema.

Yo creo que un buen consejo para el empoderamiento de las mujeres indígenas es invitarlas a escribir, a  grabar, a producir sentido. Para que esas memorias puedan circular en la virtualidad, que estén presentes y visibilicen lo que sucede en sus comunidades.

También estuve trabajando en la Comisión de la Verdad, en el grupo de trabajo de género. Gracias a las mujeres que estuvimos en ese espacio, hoy en día tenemos un apartado específicamente para las mujeres étnicas, incluida las mujeres campesinas, y pudimos incorporar lo que pasó con el cuerpo de las mujeres étnicas en el marco del conflicto armado.

Esto fue un hito,  porque no nos concentramos solo en lo que pasó, hay mucha documentación sobre el impacto del conflicto armado en las mujeres, nosotras nos concentramos más bien en la resistencia, en la resiliencia que tuvieron las mujeres étnicas, esa resistencia que se hace desde la espiritualidad, esa resistencia que se hace desde las prácticas ancestrales.

¿Cuáles son los puntos más urgentes a trabajar en tu comunidad?

¡Guau! El agua. O sea, el punto más importante para mi comunidad o para mi pueblo, Wayúu, es el agua. El segundo, la falta de alimentación. Tercero, tenemos que trabajar en acabar con las violencias sexuales al interior de las comunidades. Tenemos que seguir trabajando en esa pedagogía, para hombres y niños. Yo pienso que uno de los caminos específicos para combatir estas violencias es la escuela, enseñar sobre nuestro cuerpo, sobre nuestros derechos como niñas y como mujeres indígenas. Yo creo que esos serían los tres puntos específicos que tendríamos que trabajar.

¿Qué significa para ti ser parte del Grupo Interamericano de Mujeres Indígenas de la CIM? ¿Consideras estos espacios importantes?

Creo que ya es momento de que las mujeres indígenas podamos romper los estereotipos de que nosotras no podemos. Nosotras, las mujeres indígenas, merecemos estar en estos espacios para aportar nuestros pensamientos, para aportar nuestras ideas en políticas internacionales. Es necesario que nuestra voz esté ahí, para articular desde lo local, no solamente desde arriba hacia abajo, sino que de abajo hacia arriba también se puede caminar.

Me parece fundamental ser parte, para poder visibilizar a las mujeres indígenas y como mujeres étnicas, reconocer las particularidades que te decía anteriormente, que tiene que ver con nuestra cosmovisión, con nuestra identidad, con nuestros derechos colectivos, con nuestros derechos individuales. Yo creo que es muy importante no dejar esto atrás, porque es lo que nos hace mujeres indígenas, es lo que nos hace diferente a otras mujeres.

¿Te gustaría dejarle algún mensaje a las juventudes?

Primero reconocer que hay daños intergeneracionales a través de las violencias que te mencionaba. Si estas violencias no se nombran, si estas violencias no se narran, no se restauran, no se erradican al interior de los pueblos indígenas, vamos a terminar no sé a dónde, ¿cierto?

Entonces, es muy importante hablar con las juventudes, tanto mujeres y hombres, sobre todo los niños y niñas. Yo pienso que los niños tienen una capacidad de comprender y de recibir todos esos legados. Cuando somos más jóvenes, podemos recibir los legados más frescos. Y cuando somos grandes, podemos abrir esos espacios para cambiar lo establecido, yo creo que ese es el aporte más grande que debe hacer un indígena o una indígena a su pueblo.