Por: Ofelia Álvarez Cardier y Verónica Colina
Durante este 2024 fuimos conmocionadas en nuestras raíces feministas y de lucha por la eliminación de la violencia (o violencias) contra las mujeres en el mundo. Años de atender, investigar e intentar prevenir, vieron una nueva cara, “Es hora de cambiar la mirada hacia el violador” dijo, G Pelicot, una mujer francesa de 72 años y, 50 de casada con el violador que instigó el crimen que vamos a relatar que sucedió durante mucho tiempo, con 90 hombres de dos localidades. Jamás pensamos en algo así, enredadas en nuestras caracterizaciones, tipologías con algunos avances porque el horror machista se va sofisticando, toma nuevas formas, evoluciona perversamente. eso sí.
Para nosotras, para el mundo, el asunto inicia…
La justicia francesa comienza averiguaciones…
El machismo reinante en el país de la Igualdad, Fraternidad y Libertad también alzó voces de “Se daría cuenta, no?”, “¿Y no contactó al médico”, “¿Cómo fue posible que se durmiera a tanta profundidad y no despertara mal?” Pues sí fue al médico y en la consulta acompañada del esposo, se prefirió oírlo a él, porque tenía antecedentes de depresión y tampoco le habían encontrado algo significativo, por dar un dato.
Su respuesta impactante que lleva al cambio drástico de mirada para el análisis fue escoger juicio público, sentarse todos los días en la sala de justicia y responder amablemente a los ritos de “¡Valiente!”.
El juicio que concluye este…
De los 90 casos filmados, a veces de varias ocasiones por “violador invitado”, solo entran 50…y los que lo toleraron … y los que leyeron el aviso y no avisaron…
Todos pecan, todos son igualmente responsables, todo intentaron escurrir el bulto, todos carecen de ética, de moral, de estómago. ¿De qué más entonces serían capaces? Dos localidades destrozadas por un psicópata, que no se puede controlar y termina controlando a todo su entorno en lo que más les gusta y parece “normal”, controlar a una mujer con la excusa que el marido les está dando permiso, que parecía fingir estar dormida, que no opuso resistencia. Lo hemos oído pero no en esa enorme dimensión.
Existe la sospecha de que pudo hacerlo con la hija, a las nueras y la nieta. Se encontraron fotos de todas ellas desnudas en el baño o situaciones propicias.
Un nuevo mensaje ante la violencia contra las mujeres
La sobreviviente de violencia, Gisèle envió un mensaje a todas las personas en el mundo, que han seguido las audiencias y los avances del caso, en volcar la mirada hacia los agresores y no sobre las víctimas, que la pena la sientan ellos, ante hechos tan atroces y daños psicológicos, físicos y morales hacia las mujeres.
Ella invita a cambiar el foco en las víctimas hacia ellos, quienes realicen acciones violentas contra las mujeres, su dignidad e integridad. Como sociedad, en ocasiones, se ha cuestionado constantemente a las víctimas de violencia, por sus vestimentas, horas de salida y demás excusas, ante los hechos violentos y no, no son ellas, las culpables de tener que vivir violencia, ante la cultura de la violación que sucede en el mundo.
Pelicot y muchas víctimas se enfrentan constantemente a ser revictimizadas, por partida doble, por la sociedad y por el Estado. La primera, que las expone, las juzga, como si de un tribunal se tratara, la misma defensa y agresores con frases hirientes y que cuestionan la vivencia. Y el Estado por sus prácticas jurídicas que en algunas ocasiones, hace ver y/o viven las víctimas que el camino de la justicia sea cuesta arriba, para ellas.
El gran reto
El consentimiento, un elemento fundamental, para determinar si existe violencia contra las mujeres, es uno de los que se ha discutido en este caso, para determinar la responsabilidad de los hechos. Por ello, es importante que los Estados y el movimiento feminista pueda reflexionar sobre la conceptualización del consentimiento y su posible ampliación, en cuanto a acciones violentas que las víctimas no tuvieron la oportunidad de hacer resistencia ante la violencia que vivieron, es decir, en casos que no hubo violencia, coacción o amenaza.
Varios agresores acusados afirman que creyeron en lo que comentó su esposo, acerca de que estaban participando en una fantasía libertina, en la que Gisèle había consentido el contacto sexual y solo fingió estar dormida.
El consentimiento debe ser expreso y si esto no es así, no existe. Debe ser a través de la verbalización y la actuación de la acción sexual, de la misma persona y no de terceros, así sea su pareja, va mucho más allá…
Ante esto, inicia un debate fundamental, para avanzar ante nuevas características y abordar los retos actuales que han mostrado distintos casos de violencia de género.