Por: Sareth Roos
La Feminización de la pobreza es un fenómeno que ha tomado fuerza en Venezuela, siendo el empobrecimiento diferenciado de géneros, donde se materializan importantes impactos en todos los niveles de vida de la mujer y en especial a nivel psicosocial, específicamente en las mujeres dependientes de un salario que fungen como jefe de hogar, el cual en este país es un alto porcentaje.
No es un secreto que coexisten muchos hogares disfuncionales en donde es la mujer quien lleva un doble rol, como jefe de hogar que provee los recursos para el sustento de la familia. Ahora en Venezuela, son notorias las grandes dificultades por las cuales pasa la población femenina más vulnerable, las mujeres que dependen de un salario para la manutención de su hogar, ya que en los momentos actuales, el país pasa por un conflicto económico-social sin precedentes en la historia contemporánea que ha llevado a su pueblo a los niveles más elevados de pobreza, en la cual de manera diferenciada la mujer es sobreviviente.
Venezuela lleva aproximadamente cuatro años con una hiperinflación, que ve mermado sus esfuerzos al tratar de cubrir la cesta básica alimentaria, estudios, distracción, salud y medicinas. Más complejo aún es poder optar a lo que para una mujer venezolana era algo habitual e importante: El cuido de su imagen personal y todo lo que ello conlleva.
Hoy en día, la mujer venezolana trabajadora, jefa de hogar y de estrato social desde el medio al bajo se ve afectada de muchas formas, debido a la pobreza que se generó en el país, producto de toda la conflictividad que se vive sin dejar de mencionar otros elementos transversales y vinculantes, como son las fallas constantes que se observan en los servicios básicos que también la aquejan.
Actualmente, es común observar a la mujer venezolana, jefa de hogar y madre que depende de un salario, con calzado visiblemente desgastado, con la vestimenta deteriorada. Ellas ven frustrados sus esfuerzos de poder lograr un equilibrio en su hogar, con el cumplimiento y satisfacción de las necesidades básicas, propias de una vida digna.
Estas circunstancias evidencian la falta de aplicación de las garantías establecidas en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela vigente, en la cual se consagra el derecho a percibir un salario suficiente que le permita vivir con dignidad, así como cubrir las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales para su persona y familia.
Es difícil no imaginar que esta situación traiga consigo consecuencias, a nivel emocional que afecten a la madre y a todos los integrantes del núcleo familiar a su cargo.
En el mismo orden de ideas, el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (CENDAS-FMV), documentó para el 5 mes de noviembre 2021 el costo de la canasta alimentaria en un total de 1548,72 ( una cantidad de 1.548.729.000,00 Bolívares antes de la reconversión), lo cual es equivalente a 340,21 dólares en contraposición a un salario mensual de 7.0 de Bolívares equivalentes a menos de dos dólares, lo cual evidencia un poder adquisitivo prácticamente nulo de la canasta alimentaria en Venezuela.
Para este mes, se requerían la cantidad de 51,62 bolívares (51.624.300,00 Bolívares antes de la reconversión) diarios para alimentar una familia. Sería ingenuo no pensar que este grave desequilibrio económico que afecta de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables; en este caso en estudio a las mujeres como responsables de la manutención de hogar como único sustento familiar y dependientes de un salario, no tenga efectos dañinos sobre la salud física y mental de cada mujer. Un informe emitido el 29 de septiembre de este año por la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), señaló la pulverización del salario y el índice de pobreza extrema en la nación. También esgrime el referido informe, que la pobreza extrema alcanzó un 76,6%, luego del 67,7% registrado en 2019-2020.
Debido al impacto diferenciado que ocasiona esta situación en uno de los segmentos de la población más vulnerable como son las mujeres, lo cual arropa tanto a profesionales como no profesionales por igual, se conversó con la experta Hisvet Fernández, psicóloga, quien nos habló delos efectos psicosociales de la pobreza: “La pobreza produce graves consecuencias en el bienestar de las mujeres y en su salud integral. Sobre las mujeres recae la responsabilidad del cuidado de los hijos (as) y de la familia y si estas tareas del cuidado se realizan en medio de acceso limitado a deficientes servicios públicos de agua, vivienda, electricidad, transporte, alimentación, educación, bajos salarios, falta de atención en la salud, poco o nulo control sobre número e intervalo de los embarazos, la maternidad como único destino; las mujeres viven en medio de la desnutrición, la incertidumbre, la inseguridad, el miedo, la confusión, el sentimiento de culpa o la vergüenza, el estrés, el aislamiento social, la ansiedad, la depresión, estrés postraumático, el abuso de sustancias e intentos suicidas como sus efectos más significativos. En medio de la pobreza, las mujeres están expuestas a todas las formas de violencias y no cuentan con recursos para enfrentarlas, siendo vulnerables a situaciones violentas como la trata, tráfico, prostitución, feminicidios, recursos de las mujeres para ser autónomas e independientes” concluyó la Lic. Fernández.
Las mujeres en Venezuela ven vulnerado su derecho humano a vivir dignamente, tal y como lo garantiza nuestra carta magna, lo cual de mantenerse aumenta el riesgo potencial de afectación de ellas y todos los seres a su cargo. Esta situación de conflictividad pudiese conllevar a agresiones intrafamiliares, desmembramiento del grupo, deterioro de su salud física y emocional a mediano y largo plazo. Necesario se hace, por lo tanto, el cumplimiento de garantías constitucionales vinculadas a reforzar el salario, e implementar políticas económicas que levanten la economía de Venezuela, y le devuelvan a la mujer el poder adquisitivo del cual gozaba antes de esta crisis coyuntural que afecta definitivamente todos los ámbitos de su vida.