Por: Hermanlyg Rios Lopez
La falta de oportunidades laborales, la brecha salarial, la discriminación y el acoso son solo algunos de los obstáculos para lograr la equidad entre mujeres y hombres en el entorno laboral.
Actualmente, la desigualdad de género es uno de los retos más urgentes que afronta el desarrollo del mundo laboral. De acuerdo a la ONU, un 15% de las mujeres alrededor del mundo quisieran contar con la posibilidad de poder trabajar, esto significa que la brecha de empleo es “un nuevo indicador que desvela cómo la desigualdad en el acceso al trabajo, las condiciones laborales y las diferencias salariales es mayor de lo que se creía hasta el momento.”
En Venezuela, la desigualdad de género no solo está presente en lo cultural y en lo político, sino también en el ámbito laboral. Las probabilidades y las oportunidades que tenemos las mujeres de participar en el mercado de trabajo formal son esencialmente inferiores a las de los hombres.
Las mujeres trabajadoras venezolanas se enfrentan a lo que se conoce como «el techo de cristal», donde persiste la poca presencia de las mujeres en cargos directivos o de responsabilidad.
Según los datos presentados por Equilibrium CenDE (2022), “las mujeres tienen mayor ocupación en el servicio profesional, científico o intelectual que los hombres, lo que refleja que, tienen más acceso a educación superior, sin embargo, en el acceso a espacios de gerencia y dirección, los hombres superan a las mujeres”.
Los datos presentados indican que la presencia de las mujeres a nivel de cargos directivos sigue siendo inferior a la de los hombres, lo que representa una de las grandes desigualdades en el país.
Lo expuesto anteriormente también lo ratificó en el mes de agosto de 2022 la empresa consultora More Consulting, al resaltar que “aunque las mujeres tienen un nivel de educación universitaria superior a la de los hombres, son los hombres quienes ganan más que las mujeres en Venezuela”.
Los progresos que se han hecho para reducir estás inequidades no son suficientes, siguen siendo latentes y las organizaciones deben tomar acciones para lograr la equidad en los cargos directivos o de liderazgo, ya que un lugar de trabajo donde las mujeres estén en igual número que los hombres hace que aumente la rentabilidad y la productividad, los beneficios para las empresas son mayores y las economías crecen.
La oportuna identificación de los prejuicios o sesgos inconscientes sobre las mujeres y los roles de género pueden fomentar una cultura inclusiva en el trabajo y brindar espacios laborales sin discriminación, equitativos y justos para todas las personas.
En el país, la desigualdad laboral se refleja con gran énfasis en las labores del hogar donde las mujeres están sometidas a mayor tiempo y responsabilidad. De acuerdo a los resultados de Equilibrium CenDE (2022), el 10% de las mujeres se dedican exclusivamente a trabajos domésticos, en comparación con un 1% de los hombres. También, las mujeres dedican muchas más horas a trabajos de cuidados no remunerados.
Cabe destacar, que en época de pandemia, las mujeres fueron las encargadas de asumir la responsabilidad de los trabajos domésticos no remunerados y el cuidado de las hijas e hijos, de personas con discapacidad y de adultos/as mayores, reduciendo su participación laboral y esta distribución desigual persiste en el contexto post pandemia.
Así mismo, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2022 también menciona que “la desigualdad en las tareas del hogar, no sólo las domésticas, sino también las de cuido a niños y personas de la tercera edad, hace que las mujeres sean menos competitivas en los cargos o trabajos de dirección.”
La desigualdad laboral entre hombres y mujeres se sigue presentando por muchas razones, entre las cuales destacan las creencias y percepciones culturales sobre los roles de género tradicionales. Por consecuencia de ello, las mujeres son relegadas a las labores del hogar no remuneradas tales como el cuidado de las hijas e hijos, de personas con discapacidad y de adultos mayores, lo que reduce su participación laboral y las hacen menos competitivas.
Es indudable que todavía queda mucho por hacer respecto a la igualdad de género en las organizaciones, es por ello que se requieren acciones concretas para acelerar el ritmo actual de progreso.
Algunas de las medidas que se deben adoptar para avanzar en la equidad entre mujeres y hombres en el ámbito laboral son implementar políticas y prácticas efectivas en los puestos de trabajo, promover la educación y la sensibilización sobre la equidad de género en todo los niveles de gestión organizacional, fomentar una cultura inclusiva preservando lugares de trabajo sin discriminación ni prejuicios, usar la perspectiva de género e impulsar prácticas equitativas en la captación y selección del personal como garantía de que se contrata en base a las capacidades y no al género.
De la misma forma, asegurar que los salarios y beneficios laborales correspondan en igualdad de remuneración por igual trabajo, proveer oportunidades de formación, desarrollo y crecimiento laboral a todas las personas sin estereotipos y en función de sus habilidades y talentos, así como también es primordial que los liderazgos directivos fomenten un cambio cultural comprometido con la equidad de género y la igualdad de oportunidades.
Se hace necesaria una perspectiva integral dirigida a plantear los numerosos desafíos para que las mujeres logren alcanzar su plena independencia económica, lo que equivale a acciones y políticas públicas orientadas a construir una sociedad, donde todas las personas tengan las mismas posibilidades para acceder al bienestar social y se encuentren en igualdad de condiciones para ejercer plenamente sus derechos.
Referencias Bibliográficas
https://news.un.org/es/story/2023/03/1519117
https://twitter.com/More_Consulting/status/1575602077845581829?t=33BJo62BCD8uukOgu0crvA&s=19
https://www.proyectoencovi.com/